Los desafíos para alcanzar los objetivos, resultados y apuestas políticas para una organización defensora de derechos humanos de las mujeres, además comprometida con la construcción de una democracia real, son cada vez mayores y más complejos en un país como Honduras, marcado por problemáticas estructurales de desigualdad, pobreza, exclusiones, violencias, mismas que se acentúan y se vuelven más críticas y difíciles de atender debido al poco o ningún compromiso de los grupos de poder económico y político que han convertido la estructura del Estado en su coto de caza, desde el cual se aseguran acceso y saqueo de los recursos públicos, se apoderan de ellos en detrimento de los pocos derechos que la población mínimamente había alcanzado como la salud, la educación, entre otros.

2017, un año que quedará impreso en la memoria de las y los hondureños que estamos convencidos que la verdad no puede ser ignorada, invisibilizada y que no podemos hablar de democracia cuando se violan derechos humanos de la población y se usa y utiliza la poca institucionalidad formal alcanzada, para garantizar e imponer, bajo cualquier forma, incluyendo el uso de las armas, los intereses de grupos de poder económico y políticos en detrimento de los de la población excluida y que constituye la mayoría en el país.

Durante el 2016 el equipo del Centro de Derechos de Mujeres, CDM, desde sus dos oficinas, Tegucigalpa y San Pedro Sula, Honduras, reafirmó su compromiso de contribuir a transformar las relaciones de desigualdad mediante el fortalecimiento del poder y la autonomía de las mujeres desde una perspectiva feminista. Somos conscientes que el contexto nacional e internacional en el que nos toca actuar es cada vez más duro y difícil con el fortalecimiento de las derechas, los conservadurismos y los fundamentalismos de todo tipo y que están significando pérdida y regresión de derechos de toda la población, represión y criminalización de la defensa de los derechos humanos y retrocesos en derechos humanos de las mujeres, entre ellos, su derecho a una vida libre de violencias y el derecho a decidir sobre su cuerpo y su vida.