Al noroeste de Honduras, el departamento de Santa Bárbara es de los más establecidos de Honduras y un gran productor de café. Allí hay dos parques nacionales, el de Santa Bárbara y Cusuco, y el Lago de Yojoa—el único lago de agua dulce en el país y un lugar importante para aves—y allí viven más de 430,000 personas.
En Santa Bárbara, hay también una gran concentración de explotaciones mineras. Según Oxfam Internacional, hay 16 proyectos de explotación, ocho exploraciones y 19 solicitudes para la minería en la región. Dos ríos principales, el Chamelecón y el Ulua, ya están explotados.
La historia reciente indica que compañías extractivistas, en conjunto con las instituciones de gobierno, llevan a cabo sus operaciones sin consideración por los derechos de las comunidades, pueblos indígenas y en detrimento de los recursos naturales. En el 2014, se asesinó al activista medioambientalista Rigoberto Lopez Hernández, un opositor de la mina Quita Ganas. También hubo contaminación del Lago de Yojoa.
En toda Honduras, comunidades se organizan y fortalecen para defender sus derechos y su territorio. El Movimiento Ambientalista Santabarbarense (MAS), otros movimientos locales y mujeres organizadas están alzando la voz para exigir sus derechos. Por estos esfuerzos, varias comunidades se han declarado libres de minería.
Pilar Euraque, educadora del Centro de Derechos de Mujeres (CDM), dice que muchas de las mujeres lideresas involucradas en estas luchas han participado en procesos de formación del CDM.
Desde el 2014, el CDM ha trabajado en nueve municipios del departamento de Santa Bárbara con el apoyo de la Iniciativa Cristiana Romero (ICR). Debido al trabajo de organización y fortalecimiento de capacidades, han surgido seis redes de mujeres locales contra la violencia y se han consolidado tres más, además de la red regional. La capacitación de las mujeres introducido los temas de la violencia doméstica, los derechos como mujeres, y cómo hacer incidencia.
Casos como el asesinato de Berta Cáceres en 2016 demuestran la importancia de fortalecer el trabajo de las defensoras ante las amenazas inminentes. “El mismo riesgo corren las mujeres defensoras que están luchando por territorio que las mujeres que están luchando contra la violencia hacia las mujeres,” dice Pilar.
Además, explica Pilar, las defensoras suelen enfrentar luchas en sus organizaciones mixtas—en donde participan hombres y mujeres—por señalar el machismo y exigir igual participación para ellas y sus compañeras. Muchas de ellas no tienen respaldo familiar o de sus parejas, y estas redes se convierten en espacios seguros.
Por eso, con el apoyo de ICR, el CDM promovió un encuentro de defensoras en Santa Bárbara para compartir experiencias y estrategias. Llegaron 46 mujeres de Santa Barbara, Marcala, Choluteca, La Paz, Santa Fe, Yoro, Cortés y Francisco Morazán.
“Las mujeres no sólo van a compartir su experiencia, van a conocerse. Van a conocer que no están solas trabajando el tema,” explica Pilar.
Varias defensoras compartieron su historia—tal como Guadalupe Gonzales del municipio del Triunfo en Choluteca. Dice que le preocupan las minas porque hacen daño al agua y ponen en riesgo la salud de las personas. Este año, participó en una protesta contra la minería y ocurrió un enfrentamiento con grupos opositores. Una mujer empezó a ser agresiva hacia su amiga y cuando Guadalupe intentó apartar la mujer de su amiga, se le agarró del pelo. Pasó varios días recuperándose por el dolor.
Sin embargo, este acto de agresión no detuvo la lucha de Guadalupe. “Siempre iba a seguir luchando. Por defender mi territorio, defender mi vida y la de los demás.”
Según Carmen Escobar, una trabajadora social en la organización de libertad de expresión C-Libre, “necesitamos una forma de protegernos.” En 2016, C-Libre reportó 18 asesinatos en el país relacionados a la libertad de expresión y 219 agresiones. Según Global Witness, Honduras es el país más peligroso en el mundo para ser un defensor del medio ambiente.
En el encuentro, Carmen explicó que la presión internacional obligó al Estado de Honduras a crear en 2015 el mecanismo de Protección de Defensoras y Defensores de Derechos Humanos en Honduras. Esta instancia representa una garantía formal para los defensores por parte del Estado. “Se supone que ese espacio debe de ser un espacio de denuncias y un espacio de prevención y de protección.”
Un componente integral en el trabajo con defensoras es el autocuidado. En el encuentro se realizaron ejercicios tales como sesiones de maquillaje, deporte y masaje. Pilar notó una transformación en varias mujeres que normalmente no tienen tiempo para sí mismas. “En en el hogar la mujer no pasa de ver la novela. A veces ni siquiera se sienta a verla. A veces lo hace desde la cocina, le echa una miradita a la tele para ver cómo va.”
Sabiendo que las mujeres tienen la carga de cuidado, el CDM promueve espacios de cuidado dentro de las jornadas de formación para las hijas e hijos de las participantes—de forma que no se convierta en un impedimento para su participación. Muchas mujeres traen sus niñas a los talleres, explica Pilar, porque si no ellas no pudieran ir.
Aunque este proyecto con ICR va finalizando, Pilar es optimista que en el área de Santa Bárbara hay mucha incidencia por parte de grupos fortalecidos tales como la Red de Mujeres de Santa Bárbara y el MAS. La campaña Defender Sin Miedo, una iniciativa de la Union Europea y Diakonia, también está fortaleciendo a las defensoras y defensores en la región.
Pilar espera seguir con las redes de mujeres locales. “El CDM espera trabajar muchos años más en Santa Bárbara.”