En reconocimiento al Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH).

Por Gilda Rivera Sierra.-

Cuando me pidieron escribir estas palabras, lo pensé más de una vez, porque entre tantas tareas y compromisos laborales muchas veces nos resulta cuesta arriba tender los puentes entre el pensamiento y los sentimientos y que esto se traduzca en un escrito atractivo para quienes lo lean. Sin embargo, rápidamente pensé que le debo mucho al COFADEH y que lo mínimo que puedo hacer para retornarles algo de lo que me han aportado es tratar de escribir unas cuantas líneas sobre lo que ha significado COFADEH en mi vida.

Mi relación con el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos Políticos en Honduras (COFADEH) data de muchos años atrás y, contrario a lo que sucede con muchas relaciones que con el paso del tiempo se añejan y se vuelven rutinarias, mis sentimientos de afecto, admiración y reconocimiento a este grupo, se fortalecen día a día. Puedo decir que cada vez que me toca trabajar o interactuar con alguna de sus integrantes aprendo mucho y ese aprendizaje me llena de dignidad, de pasión por la vida, por la verdad, por la justicia.

En abril de 1982 fui víctima de desaparición política. Y aunque ya existían desaparecidos y desaparecidas en Honduras, COFADEH todavía no había logrado constituirse. Lo hace hasta el 30 de noviembre de ese año. Logré salvar mi vida, al igual que mis otras y otros compañeros, gracias a una serie de factores y la intervención de muchas personas, a las que posiblemente nunca les he agradecido, no porque no lo reconozca sino porque muchas veces caminamos por la vida olvidando lo esencial.

Este hecho me permitió con los años vincularme al COFADEH como sobreviviente de desaparición forzada, como víctima que busca entender, saber la verdad de muchos hechos que aunque los haya vivido, una misma no los tiene claros. Y es que resulta muchas veces difícil entender y aceptar que hay seres que son capaces de torturar, de matar, y todavía seguir pretendiendo ser humanos. Entender las razones del por qué en la disputa y competencia política con un Estado que no es de todas y todos los hondureños, se pierden las garantías individuales, nuestros derechos humanos e incluso nuestras vidas y se establecen políticas y prácticas de Estado para exterminar, aniquilar y hacer desaparecer a cualquier disidente o pensadora/or que alterne diferente a sus pretensiones.

Aunque en ese primer momento mi vinculación con el COFADEH y con muchas de sus valiosas integrantes se dio en medio de este profundo dolor, poco a poco, en un proceso lento, nos fuimos articulando ellas y yo, a esa misión que las hace un invalorable grupo humano, un colectivo actuante y digno. Así como muchas hondureñas y hondureños fui haciendo mía su visión, comprendiendo la dignidad, la esperanza y la urgencia de alcanzar la justicia y no rendirnos y no segar en este empeño.

En estas tres décadas, la vida me ha dado la oportunidad de compartir muchos otros momentos con las compañeras del COFADEH. Algunas veces los retos y desafíos que ellas me colocan enfrente sobrepasan mis capacidades y por qué no decirlo, mis propias voluntades. El contexto de nuestra querida Honduras, cada vez más golpeada por los mismos grupos de poder siempre dispuestos a todo, incluyendo a seguir matando, al continuo uso de las armas, en fin a seguir imponiendo sus intereses mezquinos, nos ha llamado a articularnos desde un trabajo conjunto y comprometido con muchas/os por la defensa de los derechos humanos de las mujeres, con la propuesta política del COFADEH de promover el respeto a los derechos fundamentales de toda la población, y poner en primera fila, tal como lo ha expresado su coordinadora general Berta Oliva, la voz de las víctimas del pasado que son las del presente y que indudablemente serán las del futuro.

Considero que la existencia del COFADEH y con ello su compromiso con la justicia y el respeto de los derechos humanos de la población, ha permitido que en nuestro país cada vez más y más personas se consideren sujetas de la defensa de tales derechos, que reclamen y exijan los mismos y que poco a poco se vaya creando una conciencia y una cultura ciudadana encaminada a entender y afirmar que no existe democracia si a la mayoría de la población y ciudadanía se le niega e irrespetan sus derechos elementales, y que los mismos sean una quimera o un sueño a alcanzar.

Este 30 de noviembre de 2012 el COFADEH llega a 30 años de vida, una vida que ha permitido defender muchas vidas; quisiera unirme a las miles y miles de voces que dan gracias a la vida por haber permitido que un grupo de valiosas mujeres se hayan configurado felizmente por una lucha llena de dolor pero también de esperanza por la vida como en lo personal puedo constatar esta linda trayectoria.

Muchas gracias compañeras….

Tegucigalpa, 9 de noviembre de 2012.