10 de diciembre, 2024
Karla Lara/ cantora popular feminista y miembra de La Ilimitada
Quiero escribir para reflexionar sobre este encuentro que se hizo en el marco de las acciones que hacen parte de la campaña “Habitando nuestras luchas”.
El Centro de Derechos de Mujeres, CDM, junto a otros espacios de derechos humanos y de gestión jurídica con organizaciones de lucha territorial, derechos de mujeres, derecho laboral, derechos de la diversidad y las disidencias sexuales, y organizaciones para la búsqueda de personas migrantes, depositaron su confianza en el equipo de la casa cultural y productora La Ilimitada, para desarrollar esta campaña de comunicación.
Cinco documentales, cinco cuñas radiales, muchas publicaciones en redes sociales, una canción, son productos de esta campaña, pero también había que hacer un acto público en el que participaran las y los compañeros entrevistados en sus territorios para que fueran sus voces, sus denuncias y sus propuestas políticas las que quedaran evidenciadas en esos productos comunicacionales.
Decidimos entonces, con CDM, organizar un encuentro en la comunidad Tierras del Padre. El Consejo Indígena Lenca de Tierras del Padre aceptó con alegría, recibirnos. Eso implicó mucho trabajo para la comunidad, hacer arreglos en la calle de acceso, chapear las áreas comunes, organizar la olla comunitaria, colocar lámparas con generador, limpiar las aulas de la escuela donde se acomodaron las colchonetas donde descansamos.
Vimos los documentales con la gente, para que se vieran, se escucharan, hicimos un ejercicio de control territorial, es decir, caminamos la comunidad y bajo el techo de paja de un kiosko escuchamos de su lucha, de la avaricia de Mario Facusse que quiere adueñarse de las tierras que por legitimidad y con el respaldo de un título ancestral, defienden. Luego se presentaron las y los compañeros que venían de Olancho, de Yarula, Marcala, El Níspero, Ilama, San Nicolás, Nueva Celilac, San Francisco de Ojuera, Santa Bárbara, El Cacao, Siguatepeque, San Pedro Sula, Choloma, Villanueva, Apacilagua, Concepción de María y Yusguare en Choluteca, hablaron de sus organizaciones, de sus empeños y nos conocimos y nos dimos cuenta que lo que tenemos en común es la fortaleza de la organización y la identidad de clase trabajadora empobrecida y el ser personas racializadas que nos hace pensar en propuestas descolonizadoras y antipatriarcales para seguir avanzando.
Luego tuvimos concierto con Puras Mujeres, Gates de Techo y LaraBanda, y comimos riquísimo porque las compañeras de Tierras del Padre cocinan muy bien y nada de desechable, todo en plato y vaso para lavar.
Tierras del Padre es un lugar extenso y lleno de árboles, es muy fresco y con el frente frío estaba llenito de neblina, al menos 13 grados, y llovía y llovía y más frio se sentía, pero no se describirles la actitud de la gente, de esa que una dice “todo terreno”, de la gente con la que una puede asegurar que se ganarán todas las batallas, porque tener que bañarse “paileado” a buen 5 de la mañana no se vuelve nada complicado, ni tener que descansar en un aula de escuela una colchoneta detrás de la otra, roncando unas, desveladas otras, muertas de risa todas!, la fila para comer, para lavar el plato, las ganas de estar, la actitud de esperar el momento para cada cosa, la paciencia amorosa para la siguiente actividad, la atención a las indicaciones, la disposición a dejar la condición que sea pero en su casa.
Nos salimos de los hoteles, y eso quiero rescatarlo como un acto de congruencia que hace falta en el mundo de las Ongs y la cooperación internacional que se ponen a exigir todo en un nivel en el que se termina dando el dinero precisamente a quienes nos tienen oprimidos, a esas corporaciones hoteleras y de comida que si llenan sus estándares contables.
Nos salimos de los hoteles y la gente estaba feliz de eso, eso desmonta la idea de que a las y los compas no les gusta desacomodarse, mentira, son felices en lugares que se parecen a los suyos, no en esos hoteles donde nos miran para abajo porque no llenamos sus estándares estéticos, y donde el clasismo interiorizado de quienes ahí laboran, nos recuerdan que no somos merecedores de sus atenciones.
Nos salimos de los hoteles y encontramos la felicidad de las tortillas y los frijoles de nuestro cotidiano, el pollito guisado en vez de esos panes con jamones y quesos raros. Nos salimos de los hoteles y en vez de aire acondicionado de un frio salón, había una vista fría y nublada pero natural, hermosa y nuestra.
Nos salimos de los hoteles e implicó mas trabajo, pero también mas colaboración y sobre todo y definitivamente, una forma de recordarnos que así es la lucha, como nuestro cotidiano, en comunidad, en precariedad, incluso, pero sin etiqueta, con irreverencia y con la infinita alegría de “habitar nuestras luchas”.